martes, 16 de abril de 2013

14 de abril


La paz de Emiliano se ve interrumpida como cada año en la misma fecha.
Con un sol espléndido, a los niños que juegan con sus padres, a los ciclistas, a los que pasean, hoy se han unido otros. Otros que portan banderas, otros que abrazan flores y otros que cargan con su música.

Ese día, como todos los años en la misma fecha, desde que Emiliano volvió a tener un lugar en su pueblo, va en busca de sus compañeros, Ricardo, Isidoro, Miguel, Francisco y José.

Juntos, observan a aquellos hombres y mujeres que se agrupan en torno al extraño monumento de hierro y junto a ellos, con el ondear de las banderas tricolores, que un día izaron en su ayuntamiento, sienten cómo la vida vuelve a sus corazones.

Cuando la música rompe el silencio y las notas del Himno de Riego desgarran el aire, una lágrima brota en sus cuencas vacías, y una punzada se clava en el costado de Emiliano.

Recuerda con dolor aquel puñal traicionero, las llamas en la Iglesia junto al puente.

Aquella primavera del 36, donde un pueblo ferroviario como Miranda vivía la tensión diaria que suponía ser un bastión obrero en una provincia como Burgos.

La situación era reflejo de la del país y  la joven República, que buscaba ganar tiempo al atraso ancestral que sufría España, chocaba continuamente con los poderes reaccionarios que no estaban dispuestos a perder sus privilegios.

La burguesía de derechas, los monárquicos y terratenientes, la iglesia y el ejército, estaban en contra, frente a un pueblo que consideraban inculto y a su servicio. A pesar de todo, nadie pensaba aquella mañana de julio, cuando llegaron las primeras noticias de la insurrección militar, que todo fuera a suceder tan deprisa.

Ricardo, José, Francisco, Miguel, Isidoro y Emiliano, no quieren acordarse del miedo y la incertidumbre de aquellos momentos, de las decisiones tomadas apresuradamente, del viaje de Isidoro a Eibar, en busca de armas. De la llegada desde Burgos de guardias civiles y falangistas, del tiroteo del puente.

Luego, la detención, la cárcel, el juicio sumarísimo para algunos, y la muerte.

Casi 80 años después sigue resonando en el eco de los disparos la misma pregunta, ¿por qué? Nadie hubiera podido creer que aquella espiral de odio pudiera desembocar tan pronto en la barbarie, pero así fue.

Pero hoy,  la música suena y los viejos himnos alegran la mañana como lo hicieron años atrás, hoy es un día de fiesta.


Aferrado a su flauta Txutxi interpreta orgulloso una obra compuesta por su abuelo, mientras piensa en él, testigo de aquellos años y que, con la prudencia del silencio, mantuvo viva la llama en los suyos y procuró ayudar todo lo que pudo a los que corrieron peor suerte que él.

Mientras los niños colocan una gran bandera en el suelo, alguien enciende el pebetero de la libertad. Félix, apoyado junto a la llama, es el centro del homenaje y con sus 96 años habla de la lucha, de la derrota y de la represión, del dolor y del silencio, del perdón y la justicia y no busca venganza sino reconocimiento y dignidad.


Ni Emiliano ni sus compañeros le conocen, pero le admiran y le envidian, ellos nunca fueron tan viejos, a ellos les robaron la posibilidad de serlo.

Con los sones de otros tiempos y el orgullo de los músicos, cubiertos con sus boinas negras y su estrella roja, el acto se va acabando.

Los vivos se retiran desfilando junto a los muros de  represión y dolor del antiguo Campo de Concentración. Mientras que la más legítima de las corporaciones mirandesas descansará hasta el próximo 14 de abril, con la esperanza de que más pronto que tarde la bandera  de la República vuelva a ondear. 
 



  
























EMILIANO BAJO IGLESIAS

Alcalde de Miranda de Ebro en Julio de 1.936, sastre de oficio, afiliado a Izquierda Republicana, fue apuñalado en su taller por un miembro de Acción Popular el 24 de mayo. Aquel día fue incendiada, como represalia la iglesia de San Nicolás. Fusilado en Burgos el 18 de Septiembre de 1.936, tras Consejo de Guerra sumarísimo.

RICARDO BARRIO OSABA

Concejal de Policía Rural, operario de carpintería y afiliado al PSOE  y UGT. Asesinado hacia el 20 de Julio del 36.

ISIDORO GARCIA DE ALBENIZ

Concejal de la Corporación, ferroviario, afiliado al PSOE. Fusilado en Vitoria el 13 de agosto de 1.936 tras Consejo de Guerra sumarísimo.

MIGUEL GIRAL ARBAIZAR

Concejal de Festejos, abogado, fue alcalde de la ciudad durante siete meses en el año 1.934, afiliado a Izquierda Republicana. Fusilado en Burgos el 18 de Septiembre de 1.936, tras Consejo de Guerra sumarísimo.

FRANCISCO MARDONES MADRID

Concejal de la Corporación, industrial chatarrero, afiliado a Izquierda Republicana. Asesinado hacia el 20 de julio de 1.936.

JOSE TRUEBA PEREZ

Industrial carpintero, Teniente de Alcalde, afiliado a Izquierda Republicana. Fusilado en Burgos el 18 de Septiembre de 1.936.







FELIX PADIN GALLO

Nacido en Bilbao, afiliado a la CNT y perteneciente a Las Juventudes Libertarias. Cuando estalló la sublevación militar luchó como sargento y teniente en los batallones anarquistas hasta que cayó prisionero el 16 de junio de 1.937. Pasó ocho años en cárceles  y batallones de trabajo y en tres ocasiones estuvo detenido en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro. En 1.954 se estableció por motivos laborales en Miranda donde reside en la actualidad a sus 96 años.




 
TXUTXI SOLABARRIETA

Músico, hijo y nieto de músicos.
Su abuelo fue Gregorio Solabarrieta, nacido en Bermeo llegó a Miranda en 1.928 para dirigir La Banda de Música Municipal, donde residió hasta su muerte en 1.978. Fue compositor de numerosas obras y autor de la música del Himno de nuestra ciudad.
Txutxi ha sido el artífice de la reunión de músicos que han formado la impresionante orquesta que ha puesto la banda sonora a este 14 de Abril de 2.013.





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