LA FAMILIA DE CARLOS IV (cuadrosquever.blogspot.com) |
El maestro que tanto trabajó para los Reyes a pesar de
sus ideas ilustradas y de su afán de cambio, poco podía imaginar que el infame
advenedizo iba a ser culpable junto con su ambicioso hijo de llevar a nuestro
país a una de sus mayores tragedias, en la Guerra contra el francés que él
retrató con toda su crudeza.
Pero lo que de ninguna manera podía imaginar era que
doscientos años después la descendencia de esta saga, fuera capaz de perdurar
por encima de una historia plagada de luchas fratricidas.
Aquel muchacho a la izquierda del cuadro se convirtió en Fernando VII y después de volver de un plácido exilio en tierras del enemigo, mientras su pueblo luchaba y moría por él, traicionó y aplastó cualquier esperanza de progreso, pisoteando la Constitución de Cádiz.
Aquel muchacho a la izquierda del cuadro se convirtió en Fernando VII y después de volver de un plácido exilio en tierras del enemigo, mientras su pueblo luchaba y moría por él, traicionó y aplastó cualquier esperanza de progreso, pisoteando la Constitución de Cádiz.
Su hermano Carlos, que se esconde tras él en el cuadro,
en nombre de sus derechos sucesorios, dividió el país a la muerte de Fernando
y lo ahogó en sangre, en una lucha inacabada que sus descendientes continuaron
intermitentemente hasta la Guerra Civil
de 1.936.
Por dos veces una España pisoteada, se quitó de encima la
presión de los Borbones.
La primera con el
intento de Prim en 1.870, después de la caída de Isabel II, poniendo en el
trono a Amadeo de Saboya, lo que al General le costó la vida, asesinado en la
calle del Turco. El rey italiano, sin su máximo valedor duró muy poco en el
trono dando paso a la Primera República, débil e inestable que en apenas un año
cayó bajo la espada de los militares que volvieron a restaurar al hijo de
Isabel, Alfonso XII.
La segunda, en 1.931 donde Alfonso XIII, un rey que
incapaz de hacer frente al creciente descontento social en una España atrasada,
cargada de desigualdades y que se desangraba en una guerra africana por un
absurdo afán neocolonialista, había unido su destino al de Miguel Primo de
Rivera, dictador que en los años del nacimiento del fascismo puso orden
llevándose por delante las pocas garantías democráticas que hasta entonces
existían. Cuando cayó el dictador, y se convocaron elecciones municipales llegó la Segunda República.
De nuevo los militares se encargaron de acabar con la esperanza, y aunque esta vez fue más largo
el periodo que tuvieron que esperar los Borbones para recuperar su trono, a la
larga, aquel General por el que Alfonso XIII se sintió traicionado y que no le
devolvió el trono una vez acabada la contienda, fue el artífice del regreso de
sus descendientes.
Solo con la muerte de Franco y según sus indicaciones
volvió la corona a manos de su nieto en 1.975, un Rey apartado de su familia y
educado bajo la supervisión del dictador, que legitimó sus derechos tras la
abdicación de su padre, Don Juan.
Después, la habilidad personal de Juan Carlos, el sabio
consejo de los que le rodeaban y la coyuntura internacional que hacían
imposible la continuación de un sistema político anacrónico en una Europa
democrática, hicieron que el Rey traicionara los postulados de su valedor y se
convirtiera en defensor de las libertades.
Los hábiles políticos de la transición en nombre de la
prudencia y con el dolor en la memoria, de la guerra y la represión,
legitimaron al Rey constitucionalmente y crearon la figura de la Monarquía
Parlamentaria, contradictoria en sí misma, con un Rey que reina pero no
gobierna y que aceptamos como mal menor.
En 1.981 con el rechazo al golpe militar del 23 de
febrero, Juan Carlos pasó la mayor de sus reválidas y con la lección bien
aprendida de sus antepasados que equivocaron su estrategia y acabaron en el
exilio, se puso del lado de la Democracia y consiguió que un pueblo que nunca ha sido monárquico se convirtiera en
Juancarlista.
Juan Carlos I de España que seguramente pasará a la
historia como “ El campechano”, lleva casi cuarenta años en el trono y durante
ese tiempo, ha sabido consolidar una Institución a la que por conveniencia o
ignorancia se la han perdonado todos los pecados del pasado.
En los tiempos de bonanza que nuestro país ha vivido poco
ha importado que esa gran foto familiar se haya ido ampliando mostrándonos la
vida cómoda que nuestra imagen merecía.
(edelsa.es) |
Pero ahora que el castillo de naipes sobre el que se
sustentaba la gran mentira de la especulación y la corrupción, se ha venido
abajo, el pueblo que lo está pasando muy mal, vuelve sus ojos contra
instituciones obsoletas y despilfarro sin sentido.
Al margen de las actuaciones personales y los vicios
ocultos de los que todo el mundo habla, la aparición en esta moderna Monarquía
de plebeyos ambiciosos que han mezclado su sangre con la azul nobiliaria, ha
resultado particularmente peligroso.
Y si los Borbones
siempre han hecho gala de su generosidad a la hora de intimar con gentes del
pueblo, el hecho de oficializarlas y situarlos en sus retratos ha sido quizás uno de sus mayores errores.
Cuando la justicia justifica lo injustificable y no ve
indicios delictivos en la real esposa de un hombre que todos hemos calificado
como el paradigma de trepa sin escrúpulos.
La Infanta sonríe porque, en el fondo, sabe que está por
encima del bien y del mal y que mientras se mantenga en pie el circo
nobiliario, alguien velará por ella y el pueblo la seguirá vitoreando mientras
se ríe de nosotros.
O quizás no.
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