Cuando faltan dos meses para el adiós a la peseta, un grupo de monedas han llegado a mí para seguir formando parte de una historia que empezó antes de que cualquiera de nosotros estuviéramos aquí y que continuará cuando nos hayamos ido.
Son las pesetas de plata de la abuela Matilde. Tienen más
de cien años y marcaron la vida de un país con reyes, dictadores, guerras y
democracia hasta nuestros días.
Pronto, su camino con letras mayúsculas acabará y se
verán reemplazadas por algo tan impersonal como el Euro, símbolo de unión con
una artificial Europa y que nos llevará hacia un próspero futuro en el que,
personalmente, no creo demasiado. Sea como fuere, será la moneda de nuestros
hijos y eso sí será verdaderamente importante.