En el sureste francés, en el camino que nos lleva de la impresionante Carcassone a la majestuosa Albi, alejada del pasado medieval que estos nombres evocan, encontramos una pequeña población de poco más de mil habitantes, que guarda en sus entrañas un oasis de otra época.
Montans, a la que llegamos casi por casualidad, esconde bajo
sus edificios un inmenso yacimiento arqueológico, que demuestra, por los
descubrimientos realizados desde el siglo XIX que en este lugar, se situó un
gran centro de fabricación de cerámica romana.
Sorprendente llegar a este pequeño pueblo y encontrar un
barullo de niños esperando frente a un curioso edificio, presidido en su
entrada por una fuente dedicada al dios Baco, es La Archéosite, el Museo y
Centro de Interpretación del pasado romano.
Sorprendida también se muestra la encargada de poner orden
en el grupo de escolares, cuando nos dirigimos a ella mostrando nuestro interés
por visitar el Centro, está claro que son pocos los turistas españoles que por
aquí se acercan.