Esta mañana me he despertado con el eco de la
muerte de cientos de personas en Bangladesh, algo que ha sucedido hace unos
días pero que hoy ha resonado como un trueno en mi conciencia cuando se ha
confirmado la búsqueda de un español, copropietario de una de las empresas en
la que trabajaban hacinadas cientos de personas en un edificio ruinoso que se
ha acabado derrumbando.
En un país como el nuestro donde el tejido
industrial desaparece a marchas forzadas consumido por la falta de
competitividad, compatriotas a los que aplaudimos y catalogamos de valientes
emprendedores atraviesan océanos en busca de El Dorado.