martes, 30 de abril de 2013

CAPITALISMO GLOBAL, CAPITALISMO MORTAL



Esta mañana me he despertado con el eco de la muerte de cientos de personas en Bangladesh, algo que ha sucedido hace unos días pero que hoy ha resonado como un trueno en mi conciencia cuando se ha confirmado la búsqueda de un español, copropietario de una de las empresas en la que trabajaban hacinadas cientos de personas en un edificio ruinoso que se ha acabado derrumbando.

En un país como el nuestro donde el tejido industrial desaparece a marchas forzadas consumido por la falta de competitividad, compatriotas a los que aplaudimos y catalogamos de valientes emprendedores atraviesan océanos en busca de El Dorado.
Como hemos hecho los europeos desde tiempos inmemoriales, sin ningún escrúpulo, partimos en pos de la riqueza para conseguir el máximo beneficio, sin importarnos para ello explotar, destruir o esquilmar todo y a todos los que se pongan por delante.

El capitalismo global ha traído consigo la explotación global y si Europa y sus hermanos norteamericanos que se han desarrollado y alcanzado niveles de bienestar impensables para el resto del mundo nunca han tenido problemas en hacerlo, ahora que con la desaparición de las utópicas y fracasadas soluciones socialistas el mundo avanza desbocado en una sola dirección, la brecha social se hace imparable.

Mientras las multinacionales y las empresas globales demandan y los gobiernos infames y corruptos ofertan, las personas de países sin voz seguirán convirtiéndose en piezas de un mecanismo infame que con sus migajas mantiene en la miseria a millones para que unos pocos se enriquezcan.
Y en mitad del huracán nosotros, países mediocres de la Vieja Europa, explotadores históricos pero con un legado que nos ha permitido conseguir unas condiciones de vida dignas. Con un sistema social y educativo que hasta ahora nos hacia sentirnos privilegiados y seguros, pero que ahora se hunde. Simples consumidores, sin capacidad de respuesta que poco a poco se van quedando sin recursos.

Hoy, viendo la actuación de nuestro compatriota en Bangladesh y sintiendo de cerca la protesta diaria, de los que en mi ciudad claman contra el cierre de otra industria textil, además de sentir vergüenza e impotencia, he notado el escalofrío del suicida que con sus actos se acerca sin remedio al precipicio. Mientras, en Bangladesh, siguen enterrando a sus muertos.



 

Fuentes: Foto: AFP / VANGUARDIA LIBERAL)
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