miércoles, 10 de abril de 2013

LOS MUERTOS DE ETXAGUEN

Poco han cambiado las laderas del Gorbea en 76 años.
Hoy que nos saludan cubiertas por la nieve en una fría mañana de abril, la estampa es muy parecida a la que se encontraron los muchachos vizcaínos que con su fusil al hombro y sus cabezas cargadas de ideales, vinieron a combatir entre estas sierras.

Desde aquel invierno sangriento de 1.936 han vuelto sus cuerpos descarnados a ver la luz de Etxaguen para recordarnos que las consecuencias del fanatismo y la intransigencia no pueden caer en el olvido.
Fue entre el 30 de noviembre y el 23 de diciembre de 1.936, cuando se produjo la ofensiva conjunta desde el País Vasco, Cantabria y Asturias, que de haberse resuelto favorablemente hubiera podido cambiar en cierta medida el curso de la guerra.

El objetivo de los hombres que procedentes de Vizcaya lucharon en estas tierras, era Villarreal, ahora Legutiano.


Pretendían llegar a Vitoria y liberarla, para de allí dirigirse al nudo ferroviario de Miranda de Ebro donde se encontrarían con las fuerzas republicanas procedentes de Santander.
De esta manera también se pretendía liberar la presión sobre Madrid en unos momentos  en los que los sublevados concentraban toda su fuerza sobre la capital.
Para esta acción se prepararon más de 15.000 soldados, en su mayoría milicianos de izquierdas y nacionalistas que debían superar a una guarnición de unos 2.900 nacionales.


Pero la ofensiva se estancó en Villarreal donde poco más de 600  falangistas y requetés,  resistieron el ataque el tiempo suficiente para que llegaran refuerzos de Vitoria y se equilibrara la lucha.
Los combates duraron hasta el día 24 de diciembre, fecha en que los contendientes volvieron a sus antiguas posiciones y la ofensiva se dio por terminada. 

1.600 muertos y desaparecidos y 5.500 heridos entre los dos bandos fue el resultado y quedó claro que la valentía personal en un Ejército Vasco y en unos milicianos a medio formar no era suficiente para derrotar a las tropas regulares del bando sublevado.
Hoy con la ayuda de los recuerdos infantiles de los vecinos octogenarios del pueblo ha sido posible localizar el lugar exacto donde se vaciaban los carros cargados de cadáveres procedentes del frente.

Junto a la iglesia de Etxaguen, donde en aquel invierno del 36 se instaló un Hospital de Sangre, se ha localizado estos días la mayor fosa común descubierta en Euskadi hasta la fecha. Miembros de la Sociedad Aranzadi han realizado los trabajos y serán los que intenten verificar la identidad de los cuerpos.


Pero, en principio, los restos de la docena de cadáveres enterrados boca abajo pueden pertenecer a soldados de un batallón comunista vizcaíno. Son parte de un grupo mayor que descansa bajo la carretera, construida después de la guerra y que oculta bajo su asfalto el resto de la fosa.

Para unos serán gudaris, para otros milicianos. Los políticos de hoy, como los de entonces, se apresurarán para dar sus discursos y hacer sus lecturas interesadas.

Lo cierto es que como reconoció el párroco de Etxaguen, presente en la exhumación y parte importante del proceso ya que la fosa se encuentra en terrenos de la iglesia,  para los vecinos de la zona, que siempre han sabido de la existencia de un enterramiento en el pueblo, descubrirla y estudiarla es una liberación.



Pero es más, en estas tierras vascas, donde las heridas de la violencia han permanecido abiertas mucho más tiempo, es saldar una deuda y devolver la dignidad a aquellos que dieron su vida por unos valores que hoy todos defendemos y cuyo sacrificio fue silenciado por el peso de la derrota y el terror de los vencedores.







A continuación os dejo unos enlaces muy interesantes relacionados con el tema tratado:

  1. La batalla de Villarreal: Tráiler oficial
  2. La batalla de Villarreal: 30 de Nov. 24 de Dic. de 1936
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario